23 noviembre, 2010

Diario de un desesperado (1)

En un lejano y olvidado lugar, comido de ácaros y polvo y dejado de la mano de dios, encontré por casualidad unas viejas notas, y no se me ha ocurrido otra cosa a la vez que las voy leyendo por primera vez, que compartirlas con vosotros. Por lo que he podido ver en la primera hoja, se trata de una especie de diario que alguna persona desesperada no sé en qué situación, y no sé en qué fecha, escribió para no volverse loca. Lo dejaré en varias entregas, ya que sería demasiado largo para una sola (transcribo literalmente, por lo que podría haber faltas ortográficas):

Día 1

Cuando acabe todo esto, echaré la vista atrás y me reiré, me revolcaré por el suelo y me dolerá la barriga de tanto reír. Ahora sólo estoy yo y esta oscuridad que todo lo llena. No es que desee el fin de todo, pero no tengo ganas de nada. Me echaré a dormir.

Día 2

Hoy la luz de un rayo de sol me ha traído el ánimo y la alegría de un feliz despertar. Segundos después me di cuenta de la cruda realidad, y no es tan buena como pensé al acabarse mi inconsciencia nocturna. Ayer pensé que me vendría bien hacer como un diario, con este boli y las hojas que tengo en el bolsillo de mi chaqueta, que eso me distraería y me ayudaría a mantenerme vivo. La verdad es que me hace olvidar por unos segundos el infierno en el que vivo.

Día 3

No sé si he comido o no, si tengo hambre o no, y si escribiendo más pequeño conseguiría que mis tinieblas acabasen antes que las hojas sobre las que derramo apenas unos míseros pensamientos. No puedo más.

Día 4

No dormí bien esta noche, quizá porque sigo sin recordar cómo he llegado aquí, y sigo sin saber cómo saldré, no lo pienso más, a partir de ahora miraré la taza medio llena, aunque no haya ni huella de una gota que hubo.

Día 5

Sé que es lunes, y no me importa, y no es porque no tenga que trabajar ni levantarme temprano, sino porque en esta situación todos los días son iguales, y no existen esos convencionalismos. Ya no sé cuánto me queda, y tampoco si resistiré hasta el final, pero ayer ya pensé en cambiar mi forma de verlo. Qué bonito es todo, aquella ciénaga, aquel lodazal, aquellos troncos quemados, este precioso universo que me rodea. Estoy rodeado de un mundo hostil que no comprendo, pero ya no me atormenta.

Día 6

Hoy volvió a venir mi carcelero, hoy volví a sentir la fría mano de la muerte en mi hombro, pero pensé en el polo, y así no me dio tanto frío. Como poco porque quiero, pues llevaba comida suficiente en el maletero para estar mucho tiempo. Me da por pensar si esto vale para algo, es demasiado drástico. Hoy le di un sorbo a la taza. Ya no se ve tan llena.

[Continuará...]

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