13 mayo, 2011

La escalada de violencia en la pequeña discusión

No tengo problema en reconocer que el título de este post parece más el de una de esas tesis doctorales que acaba siendo carne de grandes revistas científicas, no, no tengo problema, pero no va de eso. Entremos rápido a escenificar lo que me ocurrió el otro día y así introduzco de qué va el post:

Como todas las mañanas iba yo a coger el bus urbano cuando me di cuenta de que ya no me quedaba saldo en el bono-bus. Entonces le di al conductor 10 euros y el bono para que me los recargara. Como siempre hacen, él me dice: "pon la tarjeta" (se refiere a ponerla en el lector electrónico para que me descuente el importe del viaje). Entonces veo que la pantalla pone "Espere", así que espero...  "Vamos, te he dicho que pongas la tarjeta" -me vuelve a decir el conductor, con tono borde-. "Es que pone que espere, así que estoy esperando a ver" -respondo yo-. A continuación su cara se pone algo agria y subiendo el tono de voz y algo enfadado añade: "Claro, pues eso, dice que está esperando". Pienso yo: "¿?", y le digo: "a ver, lo que dice es 'Espere', que significa que tengo que esperarme, no que la máquina me esté esperando a mí". Él vuelve a repetir ya de forma muy borde y maleducada, añadiendo exabruptos y tacos, que "Espere" quiere decir que yo tengo que poner ya la tarjeta, así que le volví a repetir "mi verdad" y él siguió erre que erre. Se me pasó por la cabeza contarle que era informático y estaba familiarizado con el diseño de interfaces de usuario, por lo que yo sabía perfectamente lo que la máquina quería decir, pero preferí no seguir con el rollo.

Desenlace: acabé por poner la tarjeta (cuando ya no ponía nada en la pantalla) y me retiré hacia el centro del autobús no sin añadir un "Qué borde" para que también me escucharan los mismos pasajeros de delante que probablemente habían seguido atentos y divertidos la discusión. Al menos eso me descargaba un poco de la vergüenza, el ridículo o el "como tonto" en que el conductor me había querido dejar. Luego de llamarle borde, siguió profiriendo lenguaje soez para sí, pero ya entonces supongo que simplemente sería en plan "qué tío más pesao me ha tocao, joer, si lo único que tenía que hacer era poner la dichosa tarjetita, me cago en la mar...".

En fin, ya he hablado de mi libro y he contado mi historia. ¿Y bien? Pues imaginemos que a mí se me hubiera ocurrido seguir con la discusión (total, llevaba la razón) y las cosas se hubieran puesto feas con insultos y tal. ¿Imagináis si el conductor me hubiera dicho que me bajara del bus, yo hubiera dicho que no, y hubiera venido finalmente la policía y yo ahí exigiendo mis derechos y tal? Uf, vaya lío, y hubiera llegado tarde al trabajo también.

Tampoco quiero enrollarme mucho más, pero sólo quería exponer este tipo de situaciones que a veces se dan, donde por un pequeño detalle y discrepancia consiguiente, comenzamos una pequeña discusión, que si alguno de los interlocutores tiene un mal día puede ir aumentando hasta llegar a poner bastante calientes a ambos, llegando a decir o a hacer cosas que no piensan o que jamás harían si no estuvieran "borrachos de adrenalina".

Un caso en el que hay que tener cuidado es en el de discusiones con la autoridad, frente a las que tenemos todo que perder por su presunción de veracidad, así que en este caso recomiendo darles la razón como a los tontos y ya está (también me acuerdo ahora de los nacionales que me hicieron bajar la ventanilla para decirme que no podía estar parado en doble fila en una calle normal de ciudad, de 3 carriles, porque "era entrada de autovía", con los que preferí no discutir).  En el caso de funcionarios o simples trabajadores bordes de cara al público, recomiendo reclutar testigos, es decir, que la discusión la oiga más gente, lo que al menos puede dar lugar a que alguien te apoye (sólo hacerlo si de verdad tienes razón).

En fin, que incluso la persona más calmada a veces tiene un día o un rato malo, y hay que saber perdonarlos porque tratan diariamente con miles de personas y tienen mucho mérito por aguantar lo que aguantan a veces. Mi mejor recomendación en estos casos es decir muy fuerte y con la cabeza alta un: ¡Buenos Días!

Por Cierto:  Para incluirlo en el apartado "Justicia Divina" simplemente añadiré, que ojalá al poner la tarjeta cuando ponía "Espere" se hubiera roto la máquina (claro, por no esperar... xD). Mi sonrisa habría sido incalificable...

2 comentarios:

Utopazzo dijo...

Je,je... Javi, es una más de las tantas discusiones absurdas que se nos presentan a lo largo de nuestra vida (y que sean muchas y sin importancia donde luego nos podamos reir...).
Por ponerte un ejemplo, hace bastantes años me vi envuelto en un gran atasco en Madrid (hacía el servicio militar como conductor de un Coronel... éste empezó a ponerse nervioso y no había salida (en pleno Paseo de La Castellana y en una manifestación), temía verse envuelto en algún pequeño "rifi-rafe"... me preguntó qué podíamos hacer, y la única solución que se me ocurrió (nadie pudo hacerlo por la vigilancia policial que lo impedía) fue decirle de atravesar el seto que separa los carriles ascendentes y descendentes... como en el descendente no había atasco, me dijo que adelante... ¿Qué sucedió entonces...? absolutamente nada; es decir, la policía no sólo no me lo impidió, sino que colaboró en la "escapada" ante la evidencia del mando que iba en el vehículo... ¿Por qué te cuento esto? Años después, en Jaén me vi envuelto en un atasco similar y llevaba prisa; me puse a tocar la bocina del coche y se me acercó un policía local amenazándome y que dejara de tocar "el pito"... yo le dije entonces que no era pito, sino claxon o bocina... y entramos en una discusión infantil donde el repetía una y otra vez, "pito"... y yo, "bocina"... así hasta llegar a cansarnos y desaparecer de la vista el uno del otro...
Ya ves que la diferencia cuando llevas a un mando en el auto, o eres un don nadie (como en el segundo caso) es abismal en el trato...

Seguiremos contando casos similares que puedan provocar una pequeña sonrisa; también la ironía, el humor, la mente abierta y un sin fin de cosas, son una pequeña parte de "la sal de la vida"
Un cordial saludo.

Javi dijo...

Utopazzo: Muy divertida la anécdota del pito y la bocina xD. A mí al menos en lo que respecta a "precisión del lenguaje" creo no me ocurrirían discusiones como la tuya, pero vamos, eso es forma de ser, y uno sabe en qué tipo de discusiones sí que entraría.

Lo que sí me ocurre es que luego me tiro toda la mañana medio fastidiado por culpa de una discusión así. Por suerte el tiempo ha hecho que ahora una semana después incluso me ría por tamaña tontería.

1 abrazo.