15 febrero, 2012

Asociaciones macabras, jóvenes y alcohol

Como sabéis todos los que tenéis algún calendario en la pared, almanaquito, día y hora en el móvil, el coche o el ordenador, e incluso los que veis telediarios, estamos en febrero, el mes más corto del año.

Pero no, no vengo a hablar de febrero, sino de uno de los fenómenos que en este mes se dan, mes de exámenes en la Universidad, de Carnaval, de San Blas o del día de la Marmota.

Iba por la calle hacia mi casa, a cero grados, bajo un sol que ayudaba a soportar el frío, cuando al pasar junto a un grupo de estudiantes de 19 ó 20 años, uno de ellos dice:

"Dentro de una semana por estas horas, habremos terminado", y justo después, como alentado por un clic en su cerebro añade: "Dentro de una semana por estas horas, estaré ya borracho".

Es curioso que la primera asociación que se le ocurre es esa: acabar y emborracharse, acabar para emborracharse. Es curioso que no se le ocurran otras como:

Dentro de una semana por estas horas...

-Quedaré libre para ir a jugar al fútbol con vosotros
-Quedaré libre para irme al pueblo a ver a mis padres
-Quedaré más libre para poder pasear todas las tardes con mi novia
-Habremos acabado los exámenes, que tanto trabajo nos ha costado superar, en pos de acabar la carrera y conseguir un futuro mejor (cosa que estaría por ver...)

Por desgracia, eso es lo que la mitad de nuestros estudiantes universitarios piensa cuando está de exámenes: en acabar para poder emborracharse y seguir de botellón 4 días, de forma que con la segura muerte de la mitad de sus neuronas acaben con el conocimiento adquirido. No hablemos ya de lo de "en una semana a estas horas". ¿A estas horas? ¡Si yo escuché eso a las dos y media de la tarde! Menudo día de resaca les esperará.


Imagen: Baldiri (Flickr)

Y no, no es sólo culpa de ellos, es culpa de los que les hemos enseñado eso, de los que no les damos otras alternativas, de los que han construido ese mundo que les aboca al paro cuando acaben la carrera (total, qué más da entonces que se les olvide lo aprendido por culpa del alcohol), normal que se den a la bebida, porque su futuro es muy oscuro, y sin comerlo ni beberlo (bueno, beberlo sí), van a tener que vivir en un mundo mucho más duro que el de sus padres.

De todas formas, cuando miro atrás y les veo, 4 ó 5 jóvenes que debería estar desfogándose de otra manera, pienso que algo va mal, algo están haciendo mal los maduros, los viejos, cuando estos que ahora no piensan, serán los que luego tengan que pagar sus pensiones... Bueno, ojalá Dios les dé algo de cabeza con los años, pues igualmente, y todos lo sabemos, los médicos, abogados, matemáticos, jueces, informáticos, maestros o filólogos del futuro, tienen hígados de octogenario, número de neuronas de cincuentón y ahogan sus penas semana a semana de botellón en botellón.

Y no hay consuelo, cuando pienso que hoy ya ha pasado una semana, por lo que a estas horas, tumbado en un portal, intoxicado por alcohol de mala calidad de menos de 3 euros la botella, estará el protagonista de mi historia durmiendo la mona, mientras quizá las pocas neuronas en activo sueñen con un futuro mejor, con un futuro feliz, sin asociaciones macabras, sin el acabar para poder beber tranquilos, que a veces parece que es lo único que a muchos nos quedará...

2 comentarios:

Utopazzo dijo...

No te falta razón, Javi. En una sociedad con los valores cada vez más devaluados, parece ser que el refugio en el alcohol, es una máxima en gran parte de la población: es lo que lleva esa misma sociedad en su conjunto, vendiendo como la "panacea" de felicidad absoluta; beber para olvidar y divertirse. No somos capaces de tener diversión, si no es con una copa en la mano... y mucho menos ligar con una chica, si vas sobrio. La sociedad e consuma, sale ganando por partida doble; una, vende aquello que le interesa, y dos, consigue que el ser humano se olvide de los verdaderos problemas mientras ese estudiante, desea que llegue el finde, para olvidarse del esfuerzo (algunos habrá que lo puedan justificar...) y ahogar sus penas en el milagroso alcohol.
De muy joven, cuando salía con una pandilla de cinco o seis, bebíamos como todo el mundo (borracheras incluidas), y no fui consciente del ridículo espantoso que hacíamos, hasta que un día me diagnosticaron una jaqueca del tamaño de una catedral, y mientras me inyectaban la vitamina del tipo b (acabó bastante tiempo después con esa jaqueca),y fue entonces cuando salía con esa pandilla y todos tomaban alcohol menos yo: me divertía observando los efectos del mismo, como van aumentando la falta de reflejos, el fallo en la comunicación y un largo etc. me pregunté entonces ¿igual de ridículo seré yo cuando bebo más de la cuenta?
La respuesta era fácil de responder.

Un cordial saludo.

Javi dijo...

Acabo de regresar de tu "casa virtual" y me encuentro este comentario, jeje.

Pues sí, siempre hay algún momento en el que nos damos cuenta de lo que hacemos cuando bebemos. Yo me he dado cuenta algunas veces también, y es cierto que casi siempre he acabado siendo "el que ve lo mal que andan los demás". Fallos tiene cualquiera, y hay que aprender.

Al final, los jóvenes de ahora (bueno, los muy jóvenes) simplemente repiten lo que ya hicieron sus padres, sus abuelos... es un ciclo, ya está, y no hay que escandalizarse, yo no lo hago, pero me gustaría pensar que somos capaces de darles una alternativa.

Más, teniendo en cuenta que jamás se ha bebido en la historia tanto como ahora. He vivido y por suerte ya hace 5 años que sólo de vista, macrobotellones brutales, de miles de personas, con niños y niñas de 15 años ahí metidos, a punto de necesitar una B12... borracheras en plan industrial, a lo bestia, sin importar nada más.

Está bien lo de "beber para olvidar", pero no debería convertirse en un "olvidar para beber".

Un saludo y un "adiós". ;)