20 junio, 2016

Época de cambios

Ninguno os preguntaréis por qué últimamente publico muchos menos en el blog, y probablemente también por qué los artículos no son tan largos como antaño (aunque quién lo diría, porque algunos sí lo son). Como ninguno lo preguntáis, lo voy a explicar, que sería lo lógico, pues os debo una explicación, y esa explicación que os debo, como vecino del alcalde que a su vez es vecino mío que soy su vecino muy vecino y mucho vecino, os la voy a pagar.

Básicamente estamos en época de cambios, sí, cambios preveraniegos y a mitad de una Eurocopa, cambios que me dejan mucho menos tiempo para escribir en el blog (aunque ya llevo un par de años casi sin tiempo para hacerlo y con muchas horas de ordenador al día, que lógicamente influyen).

Época de cambios en todos nosotros, en mí y en vosotros, en ellos y ellas para no invisibilizarlas, cómo no. Lógicamente toda época de cambios conlleva una asimilación, una reestructuración, un acomodamiento de la situación, una reorganización de la vida alrededor de la nueva perspectiva, de la nueva rutina, del nuevo orden creado.

Aun así he conseguido mantener una regularidad en las publicaciones, al menos una por semana, como desde hace 10 años, pero cuesta.



Artículo breve este, artículo explicativo y sin enrollamientos y perífrasis eufemísticas varias. No, no vengo a dar explicaciones, simplemente relleno, ¿no se nota? Relleno a 40 grados, porque ésa también es una de las causas de la falta de inspiración, incluso una gran causa de la abundancía de transpiración e incluso de expiración en muchos mayores que ya no lo aguantan.

Artículo nada explicativo ni pretencioso, simplemente real, sacando a la luz, o esclareciendo, -que suena a que sé de periodismo y soy muy culto, o simplemente que imito muy bien lo que escucho en los telediarios-, hablando básicamente del asunto que hoy nos trae aquí, esa época de cambios que nos atañe y nos implica, aquí, recién comenzado el verano de 2016.

Hala, ya lo he explicado, verano, época de cambios. ¿Continuaremos? Sí, sin duda, aunque veremos cuánto me cuesta esa adaptación al medio, al periodo histórico que ahora nos compete vivir.

Hasta entonces, ya tengo una gran excusa por si alguno, que aún ninguno lo ha hecho, lo dice: es que esta es una época de cambios.

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